
Es complicado por estos días escoger el tema de una columna de opinión sobre Americe Latina. Desde el borde del Rio Colorado hasta el Cabo de Hornos, en Chile, los países del cono sur se estremecen bajo fuertes convulsiones políticas concebidas al amparo de esa herrumbrosa democracia bajo la cual se gobiernan.
De Mexico a Chile, pasando por Venezuela, Brasil, Argentina, Perú, Bolivia y Colombia, (dejando de lado provisionalmente a Centro América), la palabra que más aparece diariamente en los medios es “crisis”. Es la palabra de moda.
Se dirá que en estos momentos, crisis existen en todos lados, y si no, veamos la madre de todas ellas, que es la que se cierne sobre Europa con la guerra entre Rusia y Ucrania, pero diré: ¿Cuándo Europa ha dejado de estar en crisis, si ella fue la que inventó el término? Que luego redondeó hasta convertirlo en la expresión Primera o Segunda Guerra Mundial.
Pero dejemos tranquila a la decadente Europa y fijémonos en el Nuevo Mundo, esta Hispanoamérica deslumbrante que generación tras generación malogra la oportunidad de dar el paso definitivo para convertirse en una verdadera potencia económica y cultural, todo a causa de sus ridículas luchas políticas y partidarias.
No hay palabras que puedan calificar los actos vergonzosos ocurridos en Brasilia, ―Capital de la República Federativa de Brasil― en la mañana del domingo 8 de enero del año en curso, cuando una turba enardecida de partidarios Bolsonaristas trató de tomarse el poder por la fuerza, hábilmente “inspirados” desde Miami por su líder recién derrotado, Jair Bolsonaro.
Este intento por derrocar al gobierno del recién posesionado Lula da Silva, elegido legítimamente más allá de cualquier duda, puso de manifiesto la falta de escrúpulos morales de un líder frente a unas instituciones que apenas cuatro años antes había jurado defender y respetar. No es una exageración comparar los hechos de Brasil con lo ocurrido el 6 de enero de 2021 en Washington, hechos que hasta la presente tienen al presunto principal implicado disfrutando de sus millones y en plena libertad. Pero que Bolsonaro, después de “inspirar” estos hechos atroces contra la democracia de su país, escoja como lugar de refugio a los mismos Estados Unidos, ya sobrepasa todos los límites del cinismo.
Pero si en Brasil llueve, por Perú no escampa: poco después del golpe de estado “Constitucional” que el Congreso le propinó al “inocente” Pedro Castillo en la tarde del pasado 7 de diciembre, su compañera de fórmula presidencial Dina Boluarte fue “puesta” en el poder por las mismas fuerzas oscuras que desde el mismo momento en que éste asumió el poder ya urdían los planes para destituirlo.
La dama ha resultado ser la más fiel exponente del poder sin escrúpulos: con su compañero de fórmula en prisión bajo cargos bastante gaseosos, sin haber movido un solo dedo para rescatar la dignidad de un presidente enjaulado en una mazmorra, ha sido incapaz de sofocar el estallido social que su pérfida conducta ha creado y que reclama su dimisión inmediata. Atornillada en el
poder, su negativa ya ha ocasionado 49 muertos y más de un millar de heridos, pero fiel a su camarilla se niega a renunciar.
Habría más, mucho más para contar. Pero el espacio, como el tiempo, es un tirano.
Coletilla: Algo llamado solución creativa de la crisis tiene un nombre más corto. Se llama fraude.
Gabriel Taborda R
eminen51@yahoo.com