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La retórica de Trump resuena en Australia (Opinión)

En los últimos años, Australia ha experimentado un preocupante aumento de grupos extremistas, incluidos movimientos neonazis que desafían abiertamente los valores multiculturales del país.

Expertos y líderes comunitarios advierten que esta tendencia no ocurre de manera aislada; está alimentada en parte por influencias internacionales, en particular por la retórica del presidente estadounidense Donald Trump.

El estilo político de Trump, caracterizado por un lenguaje incendiario, insultos y ataques a sus oponentes, ha normalizado una cultura de falta de respeto en el debate público. Aunque su influencia se origina en EE. UU., sus palabras han viajado mucho más allá de sus fronteras; a través de las redes sociales, foros en línea y la cobertura mediática internacional.

Su tono combativo ha llegado a audiencias en Australia y ha contribuido a envalentonar voces extremistas. Investigadores locales señalan que cuando líderes globales de gran visibilidad promueven la división o desprecian el diálogo respetuoso, se genera un efecto dominó. “Estamos viendo que muchos jóvenes, especialmente en línea, absorben mensajes que ridiculizan la tolerancia y fomentan la confrontación”, explicó un analista político. “Ese clima hace que las ideologías extremistas, incluido el neonazismo, parezcan más aceptables.”

Las autoridades australianas han informado de un inquietante aumento de la actividad extremista en los últimos años, con grupos neonazis organizando manifestaciones públicas y difundiendo propaganda. Organizaciones comunitarias aseguran que estos movimientos amenazan la armonía social al atacar a migrantes, minorías y a cualquiera que no encaje en su rígida visión del mundo.

Para muchos australianos, esto representa un fuerte contraste con los valores tradicionales de inclusión y multiculturalismo. Líderes de todo el espectro político han condenado el auge del extremismo de ultraderecha, pero combatirlo requiere más que la acción policial. Se necesita también resiliencia cultural: promover el debate respetuoso, enseñar pensamiento crítico y garantizar que las ideas de odio no se difundan sin respuesta.

Lo que hace que el desafío sea especialmente complejo es la globalización de las ideas. Trump puede no dirigirse directamente a los australianos, pero su estilo de liderazgo

—abiertamente despreciativo de la civilidad— ya ha dejado huella aquí. “Cuando la gente ve que los líderes son recompensados por comportamientos de acoso o intimidación, comienza a pensar que eso es aceptable en todas partes”, señaló un sociólogo.

La creciente presencia de neonazis en Australia sirve como advertencia. Si los líderes políticos, tanto en casa como en el extranjero, no priorizan el respeto y la unidad,

las sociedades corren el riesgo de una mayor división. El tejido multicultural australiano es una de sus mayores fortalezas, pero requiere vigilancia para ser protegido.

Al final, la pregunta es más grande que Trump mismo:

¿Cómo pueden las democracias resistir ideologías importadas que socavan la paz? La respuesta puede encontrarse en reafirmar los valores de respeto, inclusión y diálogo abierto, principios que se oponen de manera directa al extremismo