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Nos equivocamos. Cuando el impresentable régimen de Maduro accedió a las solicitudes de Washington para llamar a elecciones generales como requisito indispensable para aliviar las sanciones que pesan sobre su economía, todos —o casi todos— pensábamos que también se habían negociado acuerdos para, caso de una eventual derrota del “Chavismo” se produjera una salida fácil de la cúpula gobernante hacia algún país de exilio dorado, Francia por ejemplo, especialista en brindar asilo a sanguinarios sátrapas —Duvalier, de Haití o Idi Amin Dada, de Uganda, por ejemplo—, con la firme condición de que trajeran sus fortunas a bancos parisienses.
Pero no fue así… Y no fue así porque, en primer lugar, en el momento de perfeccionar los acuerdos para llamar a elecciones en Venezuela, los operadores políticos encargados por Washington para “apretar” a Maduro y persuadirlo a que diera ese paso, se encontraban más preocupados de que Biden se mantuviera despierto y de pie en los mítines de su fallida candidatura presidencial, que fijarse en “minucias” que consideraban obvias, como era un triunfo nítido de Maduro, con quien deseaban seguir negociando.
No fue así porque también Maduro se equivocó. Pensaba que ganaría por amplio margen y no tendría necesidad de justificar ese triunfo, el que seria avalado por los organismos internacionales asistentes a los comicios, como el Centro Carter, asistente permanente a las treinta y pico elecciones que se han efectuado en Venezuela en los últimos quince años. Por eso no pensó en la necesidad de una salida decorosa —y… Sigue leyendo
Estamos presenciando uno de esos raros momentos de la historia: el declive del imperio estadounidense. Tal vez el lector no haya notado los muros derrumbados que lo rodean o tal vez esté creyendo en la fanfarronería de nuestros líderes o no haya hecho suficientes esfuerzos para llegar a la misma conclusión, pero en este momento los EE.UU. están involucrados en la financiación de dos guerras y probablemente se involucrarán en la financiación de una tercera. Y entre esas tres no se cuenta la que significará más para la máquina de guerra de los EE.UU., que es una guerra con China que se anuncia como una guerra por la hegemonía mundial. El único problema es que el «enemigo» no ve el mundo a través de ese mismo prisma. 













