Politica
Consta en estas páginas la amplia referencia a la candidatura presidencial del señor Trump en mis columnas de los últimos meses, no obstante pertenecer a un partido con el cual no estoy ni políticamente orientado ni personalmente inclinado.
El mero hecho pensar en cuatro años más de vida bajo el imperio de una camarilla de demócratas incompetentes, guerreristas e inmorales, me obligó a pensar en una opción “menos mala”, así sacrificara hondos ideales y lealtades partidistas, tan poco respetados en estos tiempos de “conciencia woke”.
El pasado lunes 20 de enero presencié su acto de posesión, tan espectacular como frívolo, con multimillonarios bailando a su alrededor, como moscas sobre la carroña y mujeres ataviadas con Chanel, como si de una convención de modas se tratara. Aunque, pensándolo bien, era eso lo que se celebraba, una convención de modistas aprobando la última tendencia mundial, la moda Trump II.
Vi a un Donald Trump viejo y de ojos cansinos, de cara abotagada por la falta de sueño reparador, de caminar pesado, intentando por momentos imitar pasitos de baile ridículos: su sonrisa ―más una mueca de ironía perversa, como diciéndole a Biden y Cía., aquí estoy, no pudieron―, desdibujada por surcos hondos de arrugas bien maquilladas, en fin, una ópera con todas las de la ley; canto, baile, música, máscaras y disfraces.
El discurso, lento y penoso, ocultando sus verdaderas intenciones, fue presenciado en su totalidad, (¡cosa extraordinaria!), por los destinatarios de sus agudas críticas, la señora Kámala y el señor Biden. Mostraron,… Sigue leyendo
Hoy, el sur de la Florida está en efervescencia con la noticia de que la administración Biden finalmente ha hecho lo que debió haber hecho hace cuatro años, y es sacar a Cuba de la lista de naciones que promueven el terrorismo.
Después de un año y medio en que la administración Obama había normalizado las relaciones y la nación cubana había disfrutado de una reactivación económica, la administración Trump, una semana antes de que termine su mandato, coloca a Cuba en la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo. La excusa utilizada fue que Cuba se negó a extraditar a miembros de un grupo guerrillero, el Ejército de Liberación Nacional, que participaban en Cuba en conversaciones de paz.
Cuando Biden se postuló a la presidencia para las elecciones de 2020, prometió que volvería a las políticas de Obama de buenas relaciones con Cuba y eliminaría la categorización de Cuba como nación patrocinadora del terrorismo.
Biden ganó las elecciones y olvidó su promesa. El rumor era que tenía miedo de perder el voto hispano del sur de la Florida, un argumento que no tenía ningún sentido ya que había ganado la campaña electoral al volver a las políticas demócratas de Obama.
Una semana antes de dejar la presidencia, Biden decide hacer lo que podría haber hecho hace cuatro años y saca a Cuba de la lista de naciones que patrocinan el terrorismo. Permítanme reconocer primero que es mejor tarde que nunca reconocer que Cuba es una nación que no pertenece a… Sigue leyendo