Politica
Como en las buenas películas de suspenso y terror, la carrera presidencial en los EEUU 2024 ha venido agregando componentes inesperados y explosivos a un guion que ya conoce muy bien quienes serán los actores principales, pero no los secundarios.
La trama está bien entretejida: no han faltado los elementos claves como el misterio en el intento de asesinato, la intriga previa a la aparición de uno de los protagonistas principales; la incertidumbre que precede a la aparición de otros en papeles secundarios y posteriormente, la emoción al descubrir finalmente al héroe o al villano insospechado que, obviamente, estará reservada para el próximo 5 de noviembre.
El Partido Demócrata le ha otorgado a la vicepresidenta Kamala Harris el compromiso de liderar la campaña presidencial 2024 en sustitución de Joe Biden apartado por incapacidad física y mental, aunque estas palabras, dichas con respeto, suenen bastante duras.
Pues bien, continuando con la línea de suspense al cual nos hemos venido refiriendo, a la campaña de la señora Harris ha llegado, de forma repentina, una dama de mucho peso dentro del Partido Republicano. Se trata de la señora Condoleezza Rice, mano derecha y ex Secretaria de Estado del expresidente George W Bush hijo, gestora principal de su política de mano dura durante la invasión a Irak y desde el fin de su mandato en 2009, retirada totalmente de la política activa.
Esto es notable por dos razones: primero, el momento y el contexto de las próximas elecciones presidenciales y segundo, su visión… Sigue leyendo
Nos equivocamos. Cuando el impresentable régimen de Maduro accedió a las solicitudes de Washington para llamar a elecciones generales como requisito indispensable para aliviar las sanciones que pesan sobre su economía, todos —o casi todos— pensábamos que también se habían negociado acuerdos para, caso de una eventual derrota del “Chavismo” se produjera una salida fácil de la cúpula gobernante hacia algún país de exilio dorado, Francia por ejemplo, especialista en brindar asilo a sanguinarios sátrapas —Duvalier, de Haití o Idi Amin Dada, de Uganda, por ejemplo—, con la firme condición de que trajeran sus fortunas a bancos parisienses.
Pero no fue así… Y no fue así porque, en primer lugar, en el momento de perfeccionar los acuerdos para llamar a elecciones en Venezuela, los operadores políticos encargados por Washington para “apretar” a Maduro y persuadirlo a que diera ese paso, se encontraban más preocupados de que Biden se mantuviera despierto y de pie en los mítines de su fallida candidatura presidencial, que fijarse en “minucias” que consideraban obvias, como era un triunfo nítido de Maduro, con quien deseaban seguir negociando.
No fue así porque también Maduro se equivocó. Pensaba que ganaría por amplio margen y no tendría necesidad de justificar ese triunfo, el que seria avalado por los organismos internacionales asistentes a los comicios, como el Centro Carter, asistente permanente a las treinta y pico elecciones que se han efectuado en Venezuela en los últimos quince años. Por eso no pensó en la necesidad de una salida decorosa —y… Sigue leyendo