Es probable que muchos lectores no sepan el significado de la sigla COP-16 ni de su importancia global. Mucho menos de la reunión que se viene desarrollando en la ciudad de Cali, Colombia ―sede escogida para este importante evento―, desde el pasado 21 de octubre.
La COP-16 o Conference of the Parties (Conferencia de las partes en español), es el órgano rector de ciertas convenciones internacionales, como las Conferencias de las Naciones Unidas sobre el cambio climático.
Esta conferencia, convocada por el World Wildlife Found, (WWF – Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza), es una organización no gubernamental fundada en 1961 y que se encarga de la conservación del medio ambiente. Su misión es detener la degradación del ambiente natural del planeta y construir un futuro en el que los seres humanos vivan en armonía con la naturaleza.
La organización ha jugado un papel fundamental en la evolución del movimiento ambientalista internacional, rol que continúa en pleno crecimiento y desarrollo. Entre sus socios destacan la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la Comisión Europea y entidades de financiamiento como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional y el Banco Mundial, con el cual el WWF ha formado una alianza para favorecer los bosques del planeta.
Fundada en 1948 por Henry Patrick Jones, Jr. como una filial de la Sociedad Zoológica de Nueva York, actualmente es conocida en los EEUU como la Wildlife Conservation Society. Ya este nombre nos puede resultar más familiar en la Florida, puesto que hemos visto, de primera mano, su encomiable labor para la preservación de la fauna y la flora en los pantanos de los Everglades.
Pues bien, este año la Conferencia ha escogido a Colombia como sede de la Cumbre sobre el Cambio Climático y Biodiversidad COP16 y el gobierno nacional, a su vez, ha designado a la ciudad de Cali, en el sur-occidente colombiano, como lugar del evento.
No casualmente se ha escogido a Colombia como lugar de reunión de la conferencia ni a esta ciudad como anfitriona del evento: Cali, tan conocida como la Capital Mundial de la Salsa lo es menos como el sitio con la mayor biodiversidad de Colombia, país que a su vez es el segundo más biodiverso del mundo, hábitat del 25% de las aves y 20% de las especies de plantas del planeta. Tiene 70 ecosistemas naturales y 21 ecosistemas transformados que son el hogar de 51 mil especies de flora y fauna silvestre. Para los que entienden sobre temas
medioambientales, Colombia es el segundo “Jardín del Edén”, el Paraíso Terrenal para la flora, la fauna y las demás especies del planeta.
La ciudad, a su vez, está rodeada por 7 ríos urbanos y 3 ríos rurales, tiene 12 ecoparques y 61 humedales y es el hogar de 600 especies de aves, de las más de 1770 que habitan en Colombia. Difícil encontrar un lugar parecido en el resto del mundo.
Sin embargo, este Jardín del Edén también tiene su árbol del mal. La industria azucarera, que con más de 238mil hectáreas sembradas en caña pertenecientes a trece ingenios azucareros, rodean con su círculo toxico todo el valle geográfico del Rio Cauca, depositando en sus ríos y corrientes subterráneas materiales tan tóxicos como el Nitrato de Calcio, Urea, Diamonio y Fosfato de Rocado los que contienen metales pesados causantes de cáncer, daños renales y neurotoxicidad.
Otra grave agresión a este ecosistema son las quemas de los campos de caña, antes de su corte. Diariamente la industria azucarera vierte a la atmosfera toneladas de CO2 provenientes de incendios provocados para facilitar su faena. Aunque no hay datos confiables en los que nos podamos apoyar, la huella de carbono que esta práctica perversa deja en el medioambiente es severa, sin contar los graves problemas de salud (respiratorios) que ocasiona entre los habitantes de la vecindad geográfica.
Otras damnificadas son las especies que han escogido estos campos para nidar, tales como aves, conejos, ratas de monte, etc. Durante las quemas son incinerados sus nidos, sus crias y los mismos animales que tuvieron la desdicha de escoger estos sitios como hábitat.
La Conferencia reunida en Cali, debiera poner sus ojos en este grave ―gravísimo― problema de salud y medioambiental. Si bien es cierto que la industria azucarera en el Valle del Cauca es una de las principales fuentes de ingresos de la región, también podría serlo de la vida sana y la biodiversidad.
Coletilla: No hay paraíso sin serpiente, ni paz si hay humillados.
Gabriel Taborda eminen51@yahoo.com