El dilema de los progresistas. (Opinión)

Muchos estadounidenses políticamente progresistas están pasando por un profundo examen de conciencia en estas próximas elecciones. La mayoría de ellos reconocen que los dos principales partidos políticos de Estados Unidos son parte de un duopolio dominado por intereses corporativos que simplemente difieren en la forma en que exhiben su influencia en diferentes formatos.

Los republicanos son defensores abiertos de lo que podría considerarse la supremacía blanca y de valores sociales estrechos que limitan la capacidad de muchos estadounidenses de ser parte plena del tejido social de la nación. Como se ve en las limitaciones impuestas a la capacidad de las mujeres para controlar sus propios cuerpos o mantener a las personas LGBTQ ocultas en el armario.

Los republicanos se jactan de su fama de que bajo su gobierno la economía está liberalizada y se le permite crecer. Lo que eso significa es que no hay restricciones de las que preocuparse para aquellos que quieren ganar tanto dinero como sea posible. Rienda suelta a la codicia desenfrenada. Esta actitud que aborrece las regulaciones crea un caos social como estamos viendo en el aumento vertiginoso del precio de los alimentos, la vivienda, la atención médica, etc., además de afectar directamente la calidad de vida, ya que no se puede confiar en la calidad y las condiciones de las empresas en las que se involucra. La mentalidad es maximizar las ganancias a toda costa. Algunos de estos pronósticos negativos aún no han alcanzado su punto máximo, pero no hace falta una bola de cristal para verlos venir.

Votar por los republicanos también significa aceptar un racismo flagrante, como hemos visto en su oposición a la acción afirmativa y a los programas destinados a ayudar a los estadounidenses de color a abordar siglos de discriminación. También se ve en su feroz oposición a los inmigrantes de color.

Los demócratas, por otro lado, hablan bien, pero principalmente cumplen con los que están en la cima de la escala económica. Desde los “demasiado grandes para quebrar” rescatando financieramente a los principales responsables de la Gran Depresión, pero permitiendo que millones de estadounidenses de clase media cayeran en el olvido y básicamente ayudando a crear la base MAGA.
Los demócratas, sin duda, son mucho mejores que los republicanos en cuestiones sociales. Cuestiones de gran importancia para la calidad de vida. Y gobernadores demócratas como Tim Walz y Gretchen Whitmer han hecho mucho bien a la gente de sus respectivos estados.

Los demócratas y los republicanos muestran bipartidismo en cuestiones de política exterior como Irak, Israel, Ucrania, Cuba, Venezuela, etc. Allí donde se pone en tela de juicio la hegemonía de Estados Unidos, ambos partidos del duopolio corporativo se unen. Nos involucramos en guerras para preservar esa hegemonía.

¿Qué pueden hacer los progresistas? Los progresistas más destacados de Estados Unidos, como Bernie Sanders, nos están aconsejando que votemos por Kamala y que luchemos con ahínco para asegurarnos de que Kamala haga lo correcto. No sé ustedes, pero parece que en mis 77 años de vida he seguido esa recomendación, especialmente en las dos últimas décadas, y lo que estoy presenciando es una regresión en la calidad de vida a pesar de las innovaciones técnicas que han surgido durante este tiempo. Y ahora también se nos pide que volvamos la vista hacia un genocidio y una guerra por poderes que amenaza con desatar una Tercera Guerra Mundial.

En las próximas elecciones, dentro de tres semanas, como vivo en un estado que seguramente se inclinará por el Partido Republicano, votaré por un tercer partido. Creo firmemente que debemos liberarnos del síndrome de votar por el menor de dos males y votar por un programa que refleje valores progresistas. Lamentablemente, hay tres “terceros partidos” que tienen programas algo similares que reflejan estos valores y que, si se unen, comenzarán a generar el entusiasmo que un proyecto como este necesita para crecer.

Pero estos terceros partidos no tienen ninguna posibilidad de ganar en este momento. Por lo tanto, tendrá sentido que la gente que vive en los estados indecisos vote por Kamala, de modo que muchos de los logros que el pueblo estadounidense ha logrado con los demócratas progresistas del pasado, como la Seguridad Social y Medicare, no se verán afectados. Además, Kamala Harris y Tim Walz han demostrado a través de sus carreras políticas que no están exactamente en el bando de los demócratas corporativos.

En cualquier caso, sea cual sea el resultado de las elecciones, el futuro del pueblo estadounidense estará vinculado a la capacidad de la clase trabajadora y sus aliados comunitarios para organizarse por el poder.