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A muchas buenas personas en el lado azul de la ecuación les preocupa que una victoria republicana en 2024 provoque una implosión interna en Estados Unidos.
Estoy de acuerdo en que si Trump 2.0 o, peor aún, un perro faldero corporativo como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, llega a ser presidente, rápidamente nos encontraremos en una lucha importante que posiblemente podría terminar en una lucha armada, como los Padres Fundadores nos habrían alentado a hacer frente a la tiranía.
¿Tiranía? ¡Absolutamente! Sin error tipográfico. ¿Realmente creemos que el lado azul podría perder unas elecciones justas frente a Trump o DeSantis? ¿Son las principales preocupaciones del pueblo estadounidense prohibir el aborto y la enseñanza de la teoría crítica de la raza en la escuela secundaria? ¿O tal vez apoyar más recortes de impuestos para los ricos? ¿O acceso al baño para personas transgénero? Por supuesto, ninguna de esas cuestiones será definitoria. Quizás acceso al aborto para nosotras. Sólo el 8% de los estadounidenses dice que el aborto debería ser ilegal en todos los casos. Para que los republicanos ganen las elecciones de 2024 a partir de hoy, será necesario asegurarse de que muchos votantes en todo el país estén privados de sus derechos, especialmente en la comunidad negra.
Muchos en el lado azul de la ecuación no se quedarán quietos y verán cómo se produce la privación de derechos y permitirán que nos roben la democracia. Pero hay una cuestión que podría convertirse en el lastre del lado azul y podría dar a los republicanos la oportunidad de construir una campaña popular genuina, y es que su candidato presidencial adopte una postura contra la continuación de la guerra en Ucrania.
Trump ya tiene credibilidad sobre el tema y DeSantis ha sido ambiguo en su postura. Ayer, Estados Unidos vio al presidente Biden ser criticado por personas mientras visitaba Hawái. Al comentar sobre este suceso de hoy con un amigo del lado azul de la ecuación, mi amigo dijo que los $700 por persona que la gente recibió por perder las posesiones de sus vidas es todo lo que Biden pudo obtener. Pero Biden puede obtener 20.000 millones de dólares al mes para ayudar a Ucrania a prolongar la guerra. Esta guerra no sólo nos está desangrando monetariamente, sino que también es el comienzo de una explosión volcánica de descontento en toda la nación.
Por ejemplo, en el estado de Florida, donde vivo, muchas compañías de seguros de propiedad están abandonando el estado por temor a lo que podrían traer huracanes, aumento del nivel del mar, tornados y otros fenómenos climáticos. nbcmiami.com/news/local/ ¡El miedo a caer es real! Sólo en Miami, la ciudad más poblada del estado, el 14,4% de sus propietarios no tienen seguro de propiedad y así en todo el país, especialmente en zonas muy afectadas por el cambio climático.
El cambio climático es ahora parte de nuestra vida diaria y sus costos monetarios son enormes. Nuestra esperanza de vida sigue disminuyendo gracias a un sistema de salud que no funciona y que tanto los republicanos como las corporaciones demócratas se oponen a arreglarlo debido al daño económico que puede causar a quienes acumulan inmensas sumas de dinero gracias a un sistema disfuncional.
Necesitamos trabajar horas extras para poner fin a esta guerra que está desangrando económicamente a nuestra nación, además de los daños que se están causando al pueblo ucraniano que están siendo devastados en vidas humanas y pérdidas de infraestructura. ¡Ni siquiera tenemos un plan de paz! Supongo que queremos cumplir la agenda del secretario de Defensa Lloyd Austin de debilitar a Rusia para que eventualmente podamos instalar allí un gobierno que cumpla con nuestros deseos. Todo podría terminar siendo un pensamiento mágico y el pueblo estadounidense pagaría por una evaluación equivocada. Biden está jugando con fuego y puede hacer que todos nos quememos en el camino hacia la auto implosión.
Es hora de que el lado azul de la ecuación considere una alternativa a nuestra desaparición. Pero primero debemos detener la implosión causada por la prolongación de una guerra que, para empezar, no debería haber ocurrido.
Lorenzo Cañizares l.canizares@aol.com
