Springfield, Ohio es uno de los cientos de pueblos que veo a lo largo de los Estados Unidos que están siendo revitalizados por la llegada de nuevos residentes. Desde Iowa hasta Minnesota y Maine, veo como los inmigrantes se mudan a lugares en donde las fábricas han cerrado y muchos se han visto obligados a mudarse. Con mis propios ojos, he visto cómo los inmigrantes, con su presencia, dan nueva vida en estas comunidades al abrir negocios, asistir a iglesias y reconstruir casas y vecindarios.
Esta historia, que es mía y que muchos de nosotros hemos vivido, es la historia de los Estados Unidos. Somos un país en donde generaciones de inmigrantes han llegado de todo el mundo para buscar y construir una vida mejor para sí mismos y para sus familias. Cuando llegamos, formamos fraternidad con nuestros vecinos y creamos comunidades diversas y fuertes. La resiliencia, esperanza y alegría que sentimos nos renuevan nuestra fe y esperanza en lo que puede ser posible cuando compartimos el “sueño americano” solidario. La historia que sale de las bocas de Trump y J.D. Vance acerca de quiénes somos como inmigrantes es otra. Siembran odio, miedo y fomentan estereotipos que solo son mentiras. Estas mentiras buscan apagar nuestro espíritu y quienes somos. Buscan dividirnos y hacernos dudar tanto de nosotros mismos como de las personas que son diferentes a nosotros.
En Springfield, Trump y Vance inventaron una mentira de que los recién llegados, muchos de los cuales son haitianos huyendo la violencia, comen gatos y perros. Estas mentiras fueron rápidamente contrarrestadas y denunciadas por personas locales, como el alcalde y hasta el gobernador de Ohio, un republicano, quienes reafirman los beneficios que la ciudad ha experimentado al recibir a los inmigrantes. Pero Trumpy Vance saben exactamente lo que hacen con sus mentiras. Alborotan sentimientos que traen consecuencias peligrosas. Poco después de sus comentarios, los neonazis llegaron a Springfield para amenazar a los residentes, con decenas de amenazas de bomba en escuelas y oficinas de la municipalidad. El propósito de estas mentiras es distraernos del hecho que Trump y Vance no ofrecen ninguna solución para los verdaderos problemas que enfrentamos en este país. Mientras nos demonizan, nos dividen y ponen en peligro la vida de personas inocentes y comunidades enteras. Con sus palabras, quieren hacernos menos sensibles y hacer que veamos a personas vulnerables como monstruos malvados para que luego aceptemos aniquilarlos. Esta es la oscura visión que sale de las mentes ylas bocas de Trumpy Vance.
La primera fase del plan para la próxima presidencia de Trump, el Proyecto 2025, promueve la deportación masiva de más de once millones de personas y militariza la policía local para llevar a cabo esta misión brutal. Las familias serán destrozadas y los niños separados de sus padres. Este no es un futuro por el que ningún ser consciente puede votar. Mucha gente ha venido a los Estados Unidos para escapar de este tipo de violencia. Esta es una de las muchas razones por las que yo apoyo a Kamala Harris y a Tim Walz para que sean nuestros próximos presidente y vicepresidente. Ellos sí ofrecen una visión de esperanza y unidad de un país donde nuestras diferencias son aceptadas y celebradas y no son motivo para miedo y división.
Yo me niego aceptar un futuro para los Estados Unidos en donde las personas se ven como enemigos, y las familias se ven destruidas; en donde las comunidades se desmoronen; y donde la promesa de vivir en un país que es orgulloso de ser refugio para quienes buscan una vida mejor se desvanezca bajo el control de unos pocos poderosos como Trump. Al igual que los inmigrantes que han venido a este país por décadas, venimos en busca de un mejor presente y de un futuro mejor. Nuestro “sueño americano” no es excepcional, pero de ahí viene su fuerza: es un sueño solidario, compartido por todos, que hayamos llegado hace un mes o hace cien años.
El futuro de nuestra nación está en juego, y la elección entre estos dos caminos- el miedo con Trump o la esperanza con Harris- definirá en qué se convertirá Estados Unidos: un país gobernado por la fuerza y el odio, o uno donde todos, sin importar de dónde vengan, el color de su piel o el idioma que hablen- tengan la oportunidad de contribuir a nuestras comunidades, viviendo en paz y con dignidad.
Todo depende de la decisión que tomaremos en las urnas en pocas semanas.