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Parresia es un término griego que alude al hecho de “decirlo todo”. Desde luego, esto puede significar decir cualquier cosa sin hacer una selección, sin reservas ni filtros, pero también ―y sobre todo―, atreverse a decir lo que nuestra cobardía o nuestra vergüenza nos impiden revelar de inmediato. En otras palabras, expresarse con sinceridad y franqueza.
En épocas como las actuales en que decir la verdad tiene un costo tan elevado, hablar con claridad y franqueza entraña una alta dosis de valentía y acaso temeridad, sobre todo cuando las verdades expresadas van en contravía del discurso de quien ―o quienes― se creen poseedores de la verdad absoluta, generalmente abusones con algún poder o mando sobre la audiencia que los sigue.
Para estos “presuntos poseedores de la verdad absoluta” sus afirmaciones tienen como finalidad moldear la realidad, fabricar una verdad generosa con sus intenciones, así aquella se encuentre al otro extremo de la realidad. Al final, serán sus opiniones las que prevalezcan porque, si no…
Hoy en día, los medios periodísticos (en el mundo entero), callan la verdad, remiendan con reticencia las noticias de importancia y esconden los hechos “gordos”, sin profundizar en ellos para, a cambio, darle a la audiencia cobertura (esta vez sí, amplia y extendida), a noticias frívolas sobre farándula o deportes. Esta práctica tiene un nombre: la denominan autocensura. Aunque debiera tener un nombre más preciso; debiera llamarse cobardía, temor a decirlo todo, sin reservas ni filtros, la verdad escueta y precisa. Pero sucede que detrás del aviso del gran medio esta la “larga y peluda mano” del abusón, que es el propietario y entonces…
El pasado sábado 20 de diciembre tuvo lugar en Phoenix, Arizona, la reunión anual de Turning Point, una conferencia de jóvenes conservadores unidos bajo la inspiración del recientemente desaparecido líder estudiantil Charlie Kirk. Seguí la intervención de Tucker Carlson, quizás uno, ―sino el único―, de los periodistas de la Gran Media que se ha atrevido a desafiar, con sus opiniones, el inmenso poder de la “larga mano peluda”. En 2023, por diferencias nunca bien explicadas, fue “invitado” a abandonar su espacio en la poderosa cadena FoxNews, lo que lo llevó a fundar un podcast independiente que sigo con interés.
Pues bien, en dicha conferencia y no obstante ser el único periodista que considero viene practicando, así sea con moderación, la parresia ―la verdad sin enredos ni tapujos―, pude apreciar sus dificultades para redondear sus puntos de vista ante una audiencia ampliamente comprometida con el actual gobierno. Temas como la inmigración, el aborto, los aranceles, el costo de la vida y la guerra en Medio Oriente, entre otros, fueron el terreno empedrado por el que Carlson “caminó
descalzo”, midiendo cada palabra, formulando preguntas para responderlas con silencios, seleccionando con pinzas sus opiniones sobre la influencia de Netanyahu en el gobierno de USA y sobre la desclasificación y publicación de “ciertos” archivos comprometedores de un personaje ya fallecido, en fin, los temas que pueden significar un antes y un después de la actual realidad mundial; muy valiente Carlson para meterse en la jaula con los tigres.
Como sea, esta demostración no nos alcanza para exponer la auténtica realidad, la verdad que camina con muletas, apoyada en la hipocresía y la mentira. No podemos seguir contentándonos con describir hechos sin ser capaces de explicarlos, convirtiéndonos en acumuladores de información sin conseguir dar una explicación coherente de los hechos. Creando, sin proponérnoslo, un cementerio de ideas.
La información ―eso todo el mundo la sabe―, se halla secuestrada y los perpetradores son los grandes medios de comunicación, aquellos que nos saturan con noticias “fláccidas”, con secciones deportivas de horas y con variedades y farándula de toda una tarde. Los verdaderos acontecimientos se esconden bajo las cortinas de la vergüenza. Detrás de ellas está la realidad, las matanzas, los genocidios, los escándalos por corrupción de las Von der Leyen, de los Macron, de la Banda de Bruselas. Y agazapados, para no salir en la foto, los banqueros de Wall Street y los Cuatro Magníficos, los hombres más ricos del mundo cuyos rostros ya no aparecen por ningún lado. Y detrás de todos ellos, la “larga mano peluda”…
Coletilla: Kafka ya apuntó la lógica de la auto explotación: el animal arranca el látigo al Señor y se azota a sí mismo para convertirse en el amo














