Hoy, el sur de la Florida está en efervescencia con la noticia de que la administración Biden finalmente ha hecho lo que debió haber hecho hace cuatro años, y es sacar a Cuba de la lista de naciones que promueven el terrorismo.
Después de un año y medio en que la administración Obama había normalizado las relaciones y la nación cubana había disfrutado de una reactivación económica, la administración Trump, una semana antes de que termine su mandato, coloca a Cuba en la lista de naciones patrocinadoras del terrorismo. La excusa utilizada fue que Cuba se negó a extraditar a miembros de un grupo guerrillero, el Ejército de Liberación Nacional, que participaban en Cuba en conversaciones de paz.
Cuando Biden se postuló a la presidencia para las elecciones de 2020, prometió que volvería a las políticas de Obama de buenas relaciones con Cuba y eliminaría la categorización de Cuba como nación patrocinadora del terrorismo.
Biden ganó las elecciones y olvidó su promesa. El rumor era que tenía miedo de perder el voto hispano del sur de la Florida, un argumento que no tenía ningún sentido ya que había ganado la campaña electoral al volver a las políticas demócratas de Obama.
Una semana antes de dejar la presidencia, Biden decide hacer lo que podría haber hecho hace cuatro años y saca a Cuba de la lista de naciones que patrocinan el terrorismo. Permítanme reconocer primero que es mejor tarde que nunca reconocer que Cuba es una nación que no pertenece a ninguna lista de naciones que promueven el terrorismo.
El pueblo cubano, que ya sufre un bloqueo cruel y económicamente perjudicial, ha tenido que soportar una presión mucho más insoportable al ser incluido en esa lista.
El hecho de que este levantamiento se haya realizado menos de una semana antes de que el recién elegido presidente Trump asuma el cargo, el hombre que colocó a Cuba en la lista de países que apoyan el terrorismo, me parece una broma cruel.
En el New York Times de hoy (15/1/25) John S. Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba, un grupo empresarial, dijo que las empresas estadounidenses no harían ningún cambio en su postura sobre Cuba porque conocen la fragilidad de la relación entre las dos naciones. Dijo que la medida probablemente se revertiría tan pronto como el Sr. Rubio «le entregue un bolígrafo al presidente Trump». El Sr. Kavulich concluye diciendo «Cualquier ganancia obtenida por la administración Biden-Harris no vale la pena».
Por otro lado, algunas organizaciones como el Partido del Socialismo y la Liberación, que tienen una larga historia de apoyo al pueblo cubano, se han pronunciado firmemente a favor del levantamiento, al tiempo que se dan cuenta de la necesidad de estar mentalmente preparados para librar una lucha contra la administración Trump para mantener a Cuba fuera de la lista. El enigma es por qué Biden esperó hasta el último minuto para sacar a Cuba de la lista.
También permítanme aclarar que Biden no tuvo nada que ver con la liberación de los 553 prisioneros liberados por Cuba. La liberación de los presos se negoció con el Papa. No tuvo nada que ver con Biden.
Lorenzo Canizares l.canizares@aol.com