¡Cómo pasa el tiempo! En el mes de enero de 2005 (¡más de 18 años!), publiqué en estas mismas páginas un artículo en el que hacía alusión al sistema democrático que se practica en nuestra nación con motivo de la reelección presidencial de George W Bush. Lo hacía inspirado por la lectura de un libro publicado por el profesor Robert Alan Dahl (17 de diciembre de 1915 – 5 de febrero de 2014) titulado ¿Es Democrática la Constitución de los Estados Unidos?
En este libro, cuya lectura recomiendo a quienes se sientan interesados por entender la actual coyuntura política que vive el país, el profesor Dahl planteaba serias dudas sobre el peculiar sistema de gobierno que nos rige y que todos llamamos orgullosamente, “La Mayor Democracia del Mundo”.
El tema tiene que ver con las elecciones presidenciales que se avecinan y los dos probables candidatos que se enfrentan, ―por lo que dicen las probabilidades, al menos―, Joe Biden, actual presidente y Donald Trump. Sobre ambos hay mucho por decir y todo converge hacia el sistema de gobierno que dicen representar ―La Democracia―, o mejor dicho, el sistema por el cual los vamos a elegir.
Surge, entonces la primera pregunta: ¿Qué papel puede representar la democracia en una elección donde uno de los candidatos está siendo juzgado criminalmente? Hablemos de eso: De las tres imputaciones por las cuales está siendo juzgado el expresidente Donald Trump, ―hasta ahora― esta última por su intento de impugnar y desconocer los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, es la más grave, tanto que podría significarle largos años de cárcel, aunque, no obstante ― ! oh sorpresa, oh divina Democracia! aun así, podría ser presidente y más aún, podría serlo aun estando encarcelado como delincuente convicto.
Sobre el particular ―nos recuerda el profesor Dahl en el libro que recomiendo―, la Constitución establece pocas condiciones para ejercer el cargo de presidente de los EE. UU. “Debe ser ciudadano nativo, tener al menos 35 años y haber vivido en el país durante 14 años. Además, no debe haber sido elegido presidente en dos ocasiones anteriores”. Así que, en teoría, Trump bien puede ser elegido presidente y ejercer su presidencia.
Pero entonces, surge otra arista: ¿Qué ocurre si Trump es elegido mientras el juicio está en curso? Entonces, dicen los expertos, cabe esperar una crisis constitucional porque no hay precedentes de eso y probablemente se reducirá a una lucha de poder entre el poder judicial y el ejecutivo, es decir, entre el sistema legal y el gobierno. Y entonces va a ser muy interesante ver hasta qué punto los tribunales son
realmente independientes y si Trump logrará ejercer influencia también sobre el Departamento de Justicia y el aparato policial.
Pero vayamos a su más probable contendor, el actual inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden. Su deteriorado estado de salud, los escándalos en que lo tiene sumergido su hijo Hunter Biden con dineros oscuros, provenientes de Ucrania y el reciente hallazgo, en la mismísima Casa Blanca de la conocida sustancia del mismo color y cuyo nombre no me atrevo a escribir, con todas sus letras, en estas páginas, deberían hacerlo inelegible para este cargo por lo que podría significar una descalificación moral y un impedimento legal para cualquier candidato de cualquier país en el mundo, por bananero que éste sea.
Pero, ―! oh Democracia! ―, nada de esto se está tratando seriamente, ni mucho menos judicialmente; todo lo contrario, el candidato demócrata marcha a toda máquina hacia una posible reelección.
En los últimos años la interpretación de los textos del profesor Dahl sobre el funcionamiento de la democracia en nuestras sociedades ha ido adquirido un tono más pesimista. En otro libro que desafortunadamente no he tenido ocasión de leer, “La democracia y sus críticos” (1989), el profesor explica su visión más amplia de la democracia, añadiendo que hasta la fecha, ningún país ha alcanzado aún el nivel ideal que exige una verdadera democracia.
Mi opinión ―por años― acerca de lo que hoy llamamos Democracia ha sido expuesta en varios artículos de opinión de diferentes medios, concluyendo que ésta ha quedado reducida a un mero Procedimiento para Elegir, es decir, un simple mecanismo electoral para escoger a un candidato, donde las obligaciones, calidades y condiciones para gobernar quedan al arbitrio del elegido y su corte. Democráticamente se eligió Hitler, a Mussolini, a Putin, a Chávez y Uribe Vélez. ¿Y…?
Coletilla: Otra vez esa mezcla letal de democracia con miedo, con ignorancia y furia: el suicidio de un pueblo que vota por el veneno, como si éste fuera el remedi0.
Gabriel Taborda R eminen51@yahoo.com