EE UU
Bomberos de California luchaban contra incendios forestales impulsados por el viento que arrasaron el área de Los Ángeles, destruyeron viviendas, congestionaron carreteras ante la huida de decenas de miles de personas y pusieron a prueba los recursos mientras las autoridades se preparaban para que la situación empeorase en las primeras horas del miércoles.
Las llamas de un incendio que comenzó el martes por la tarde cerca de una reserva natural al noreste de la ciudad se extendieron tan rápidamente que el personal de una residencia de ancianos tuvo que sacar a docenas de internos —incluido uno de 102 años— en sillas de ruedas y camas de hospital calle abajo hasta un estacionamiento donde esperaron con su ropa de dormir mientras el cielo nocturno se teñía de rojo por las llamas y caían brasas a su alrededor, hasta que ambulancias, autobuses e incluso furgonetas de construcción llegaron para llevarlos a un lugar seguro.
Otro incendio iniciado horas antes arrasó el vecindario costero de Pacific Palisades en la ciudad, una ladera salpicada de residencias de celebridades. En el frenesí de la gente por llegar a un lugar seguro, las carreteras se volvieron intransitables cuando muchas personas abandonaron sus vehículos y huyeron a pie, algunos cargando maletas. El atasco de tráfico en Palisades Drive impedía el paso a los vehículos de emergencia y se llevó una excavadora para empujar los autos abandonados hacia un lado y abrir un camino.
Fuente: Cuba Debate
El asunto tuvo los visos de ser una ingenua broma surgida en torno a la elegante cena servida por Donald Trump en Mar-a-Lago el pasado 29 de noviembre a la cual asistió el primer ministro de Canadá ―hoy dimitido―, Justin Trudeau y algunos de sus ministros.
Trudeau había llegado a los cuarteles de invierno del presidente electo para tratar asuntos relacionados con su decisión de imponer a Mexico y Canadá elevadísimos aranceles a partir de su primer día en la Casa Blanca. Específicamente hablaba del 25% de gravamen a todos los productos enviados a EE.UU. desde estos dos países. Esos aranceles punitivos, si se imponen, causarían estragos en las economías de sus dos socios comerciales más cercanos. Trudeau fue hasta allá a pedirle ―rogarle― que no lo hiciera.
En medio de las risotadas y bromas de mal gusto a las cuales nos tiene acostumbrado el presidente electo, se le ocurrió decirle a Trudeau que Canadá debería unirse a los EEUU y así pasar a ser el Estado número 51 de la Unión; a él se le garantizaría, al menos, ser su gobernador.
Trudeau, sin considerar que lo dicho por su anfitrión era una ofensa de gran tamaño, tanto para para él, cabeza visible de un país soberano, como para la dignidad de ese país al que estaba representando, dejó la broma/ofensa sin responder y regresó, sin disculpas y sin promesas, al Canadá. Sus compatriotas no lo podían creer ni las directivas de su partido, tampoco.
Esa y otras salidas en… Sigue leyendo