El asunto tuvo los visos de ser una ingenua broma surgida en torno a la elegante cena servida por Donald Trump en Mar-a-Lago el pasado 29 de noviembre a la cual asistió el primer ministro de Canadá ―hoy dimitido―, Justin Trudeau y algunos de sus ministros.
Trudeau había llegado a los cuarteles de invierno del presidente electo para tratar asuntos relacionados con su decisión de imponer a Mexico y Canadá elevadísimos aranceles a partir de su primer día en la Casa Blanca. Específicamente hablaba del 25% de gravamen a todos los productos enviados a EE.UU. desde estos dos países. Esos aranceles punitivos, si se imponen, causarían estragos en las economías de sus dos socios comerciales más cercanos. Trudeau fue hasta allá a pedirle ―rogarle― que no lo hiciera.
En medio de las risotadas y bromas de mal gusto a las cuales nos tiene acostumbrado el presidente electo, se le ocurrió decirle a Trudeau que Canadá debería unirse a los EEUU y así pasar a ser el Estado número 51 de la Unión; a él se le garantizaría, al menos, ser su gobernador.
Trudeau, sin considerar que lo dicho por su anfitrión era una ofensa de gran tamaño, tanto para para él, cabeza visible de un país soberano, como para la dignidad de ese país al que estaba representando, dejó la broma/ofensa sin responder y regresó, sin disculpas y sin promesas, al Canadá. Sus compatriotas no lo podían creer ni las directivas de su partido, tampoco.
Esa y otras salidas en… Sigue leyendo
Tras la masacre del día de Año Nuevo en Nueva Orleans, los progresistas deberían darse cuenta de que deben asumir un papel activo en la formulación de la política exterior de Estados Unidos. Lo que ocurrió en Nueva Orleans es comprensible si se lo percibe desde el ángulo de que nuestra política exterior deja mucho que desear en lo que respecta a nuestras relaciones con la gente de color. Y es importante mencionar que los progresistas no abordan este tema con la taza vacía. Como señala Matthew Duss, quien fue asesor de política exterior de Bernie Sanders de 2017 a 2022, en la última edición de Nation 1/25, “La izquierda progresista ha estado en lo cierto sobre las cuestiones clave de política exterior de las últimas décadas, desde la globalización hasta Irak y Gaza”.
En mi último artículo “Taking on the Greed Machine” (26/12/24)*, menciono la importancia de prestar atención a la política exterior, ya que me refería a lo que el presidente argentino Javier Milei está haciendo con su país y cómo esas ideas devastadoras para la clase trabajadora y la clase media que promueve Milei están siendo repetidas por uno de los nominados de Trump para ser jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), Elon Musk. Musk habla de aplicar las mismas medidas económicas severas que se están llevando a cabo en Argentina. Según Josefina Salomon de Al Jazeera 12/7/24 en su artículo “Un desastre”, dice “Durante casi 40 años, el nivel de pobreza de Argentina había rondado… Sigue leyendo