La Organización de las Naciones Unidas ―ONU― o simplemente las Naciones Unidas, padece de un mal incurable. Está desahuciada y su fin, lamentablemente se aproxima. Como tal, algunos países miembros ya están preparando sus exequias y posiblemente la creación de otro órgano suplente.
Es una lástima. Fundada con el propósito de fomentar la paz y la seguridad internacional y fomentar las relaciones entre los Estados miembros, hoy es un fracaso en el cumplimiento de sus mandatos fundacionales. A pesar de todo, su naufragio no debe parecernos algo excepcional.
La ONU reemplazó a otra organización fallida, la Sociedad de Naciones (SDN) fundada en 1919 después de finalizar la Primera Guerra Mundial. La razón fue la incapacidad de esta para evitar que estallara un nuevo conflicto, como efectivamente ocurrió en 1939. Solo hicieron falta veinte años para demostrar su ineptitud y torpeza para gestionar con éxito algo tan delicado como la paz mundial. A la ONU le está ocurriendo algo parecido, salvo que la paz global se ha mantenido, pese a sus falencias, por poco más de ochenta años.
El término «Naciones Unidas» se pronunció por primera vez en plena Segunda Guerra Mundial por el entonces presidente de los Estados Unidos Franklin Roosevelt. Se utilizó para suscribir una declaración de compromiso entre veintiséis países que debían unir sus recursos en la guerra contra el Eje Roma-Berlín-Tokio. Finalizada la guerra, la idea de la ONU fue materializada en la conferencia de Yalta, celebrada por los aliados en febrero de 1945. Allí el mismo… Sigue leyendo